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Sara Poyatos

diciembre 4, 2019 ·

Cómo superar el duelo migratorio

Si te preguntas cómo superar un duelo migratorio, quizás seas una de las miles de personas que han cambiado de ciudad o país de residencia de forma elegida o forzada. Si es así, posiblemente ya hayas pasado o estés pasando por todo ese proceso de readaptación, ese empezar de cero del que tanto se fantasea pero que, sólo las personas que toman la decisión que tú tomaste, saben todo lo que implica, sus luces y sus sombras. 

Si es así, mi objetivo en lo que vas a leer está en que puedas comprender mejor esas luces y sombras, todo lo que en realidad estás afrontando y se puede estar moviendo en ti para sentir todo lo que sientes. De hecho, es posible que te encuentres en un paso anterior, en el que puede que no sepas bien qué te está pasando o incluso quién eres en este momento, porque este tipo de duelos piden una reestructuración interna, una reestructuración de uno mismo más grande de lo que se conoce y se entiende socialmente. 

Así que si éste es tu caso, quiero decirte que es normal que estés como estás, y que espero que el presente artículo pueda ayudarte a esclarecer un poco lo que necesitas.

Qué es un duelo migratorio

El duelo migratorio es el proceso de elaboración que realizamos como consecuencia de las pérdidas asociadas al cambio de ciudad o país de origen. Este duelo se produce independientemente de que la migración haya sido por elección propia (“Me apetece un cambio de aires, aprender idiomas, etc.”) o debido a necesidades que me llevan a tomar la decisión de migrar: dificultad de encontrar empleo, por pareja, formación… o por causas aún más traumáticas como es verte obligado por crisis económicas, políticas y/o sociales.

El duelo migratorio es especial ya que, por un lado, es múltiple (te despides de muchas cosas a la vez: familia, amigos, costumbres, idioma, etc.), es un duelo parcial (tu país/ciudad de origen no desaparece, no es un duelo de una pérdida “irreversible”, lo cual hace que puedan surgir emociones y deseos contradictorios que son difíciles de gestionar) y, además, es un duelo recurrente (es fácil que se reactive cuando escuchas algo relacionado con el sitio, cuando recibes llamadas de las personas que están allí, etc.). 

Además, hay que tener en cuenta que, un duelo migratorio pone a prueba todos nuestros recursos de adaptación al cambio y a lo nuevo, nuestra capacidad de gestión, de relacionarnos, de solucionar problemas solo o de pedir ayuda, etc. Por lo que si te está costando, es completamente normal. 

Cómo se manifiesta un duelo migratorio

Cuando migramos, podemos saber que estamos en duelo por muchos síntomas que, además, están generalmente relacionados con las distintas etapas que tiene cualquier tipo de duelo: negación (ej. Hacer como si nada, no permitirme sentir la despedida, negar el cambio, etc.), racionalización (el por qué de todo esto), todas las fases emocionales de tristeza, rabia y miedo, así como las fases de aceptación, perdón y gratitud que, en este caso, irían de la mano a sentirme en paz con mi decisión, con el sitio donde estoy en este momento de mi vida.

Hay veces que estos síntomas de duelo los identificamos claramente y podemos gestionarlos, y hay otras que nos damos cuenta de que necesitamos ayuda para ver qué pasos seguir y que se produzca un duelo patológico.  A continuación tienes algunos ejemplos:

  • • Si llevas tiempo en un mayor aislamiento, apatía y tristeza crónica.
  • • Si estas en una especie de constante rabia y queja hacia la ciudad o el país donde estás.
  • • Si tienes la sensación de no ser de ningún sitio porque cada vez que tienes tiempo libre te vas y viajas lo que puedes a tu ciudad de origen y, al final, sientes que no vives ni allí ni aquí.
  • • Si te sientes en una soledad profunda y en pérdida de los pilares de tu vida.
  • • Si notas que no haces vida en la ciudad donde estás, que no eres tu y tu vida se ha reducido a sobrevivir entre trabajo/estudio y poco más.
  • • Si sientes una culpa o traición hacia las personas que has dejado atrás al irte.
  • • Si te sientes perdid@, sin saber qué pasos dar, cómo hacer tu hueco nuevo, tu hogar, tu suelo seguro.

Entonces, efectivamente estás en pleno duelo migratorio.

En este aspecto, la razón por la que decidimos migrar puede facilitar o dificultar el duelo que se produce cuando dejamos atrás nuestra tierra. Se parte de una base distinta cuando migramos por decisión propia que cuando lo hacemos obligados por la situación. Sin embargo, incluso cuando la decisión ha sido tomada libre de presiones externas, nos enfrentamos igualmente a todo lo que significa dejar atrás tu raíz, tu tierra, tu seguridad, tu gente, comidas, formas de hablar, olores, paisaje…

Todo un marco de referencia sobre el que te has construido como persona, y eso siempre es duro incluso dentro de lo bonito del nuevo comienzo elegido.

Duelo migratorio: etapas

Como he comentado, en un duelo migratorio pasamos por fases similares a cualquier otro duelo o pérdida y, como todo duelo, no suelen mantener un orden estricto, sino que solemos ir y volver por cada una de las fases en diferentes momentos de nuestro proceso:

Fase de negación en el duelo migratorio

Basada en actuar o continuar “como si nada”, como si no tuviera importancia o no me hiciera falta procesar la pérdida. También podemos identificar esta fase cuando no nos permitimos construir de verdad nuestra vida en el sitio donde estamos, sino que intentamos mantener lo más posible la que teníamos previamente.

Fase de racionalización en el duelo migratorio

En esta fase tomamos consciencia de la decisión que hemos tomado, de dónde estoy, de qué he dejado atrás y de los motivos que ha habido. Es una fase que nos pone los pies en la tierra, que nos ayuda a tomar contacto con nosotros y con las siguientes fases emocionales, así como también nos ayuda a ver qué cosas puedo necesitar y qué pasos tengo que dar en esta nueva etapa.

Fase de rabia o protesta en el duelo migratorio

Si la decisión de migrar ha sido por presiones externas, esta fase de enfado hacia la causa va a ser muy clara, pero aunque la decisión de migrar haya sido voluntaria, también vamos a pasar por esta fase. Podemos sentir rabia por lo difícil que es el cambio, la adaptación, no saber dónde y cómo funcionan las cosas allí, por el tipo de acogida que nos den las personas autóctonas, etc. Es importante cuidar esta fase para liberar nuestro enfado de forma saludable (busca en el blog el artículo sobre «Como controlar la ira) y que no se nos enquiste y nos impida ver con un cristal más limpio esta nueva ciudad y esta nueva vida con todo lo que tiene para aportarnos.

Fase de tristeza en el duelo migratorio

Esta emoción suele ser más fácil de identificar, pero no por ello tiene menos peso. La tristeza de tanta pérdida puede ser enorme, y suele impregnar el día a día del cambio e incluso mantenerse años después. Todo es un constante recordatorio de lo perdido, y puede estar acompañada de una sensación profunda de desarraigo, incluso de estar en tierra de nadie, de no ser ni de un sitio ni del otro (sobretodo si llevas ya un tiempo en esta nueva ciudad/país). Es también muy importante dar espacio y cuidar esta emoción, a poder ser, no siempre a solas porque sería como confirmar internamente que no hay nadie. Lo ideal es poder expresarla en una compañía que pueda entenderte sin juicio y de la que recibir amor y calma que llene tras la liberación de tristeza.

Fase de miedo en el duelo migratorio

Esta emoción suele estar antes, durante y depues de la migración, es decir, estando ya también en el nuevo sitio. Es normal, lo nuevo y lo desconocido asusta: ¿Sabré adaptarme?, ¿me perderé en el transporte público?, ¿aprenderé bien el idioma?, ¿haré amigos?, ¿encontraré trabajo?, ¿cómo me llevaré con mi jefe y mis compañeros?, ¿me sentiré bien?. Todo miedo es normal y es importantísimo poder atenderlo, porque en su dosis justa me ayuda a adaptarme, a ver qué cosas tengo que cuidar o tener en cuenta.

Pero si el miedo es desbordante, nos paraliza, nos deja sin herramientas, sin poder saber qué hacer mientras todo se hace una bola cada vez más grande que ya no sé disolver ni gestionar. Llegados a ese punto, podemos conectar con una indefensión que se puede convertir hasta en una experiencia traumatizante, por lo que es muy importante darnos el permiso de pedir ayuda cuando sentimos que todo se nos hace muy cuesta arriba y que no sabemos qué hacer.

El miedo pide seguridad, pide una figura estable que nos sostenga, nos ayude a ver opciones para poder elegir y avanzar. Esta figura a veces podemos ser nosotros mismos, a veces son nuestros familiares, amigos, etc. Pero a veces esto no es suficiente o no contamos con esas personas a nuestro lado, por lo que aquí la figura de un profesional que sepa por lo que estás pasando también es muy beneficiosa.

Fase de aceptación en el duelo migratorio

Poder aceptar la situación tanto a nivel racional como emocional, es decir, poder decir de verdad adiós.

Sabremos que hemos llegado a ésta fase, solo cuando sintamos que no tenemos deudas pendientes a nivel emocional. Si es así, será el momento de continuar con el duelo.

Fases de perdón y gratitud en el duelo migratorio

En esta fase, nos permitimos conectar con lo bueno y lo malo de lo vivido anteriormente y también respecto a la decisión tomada. Esto nos permitirá perdonar lo que sintamos que nos ha hecho daño y agradecer aquello que nos llevamos, lo que nos han aportado, lo que hemos aprendido, etc. De este modo, podemos tener un cierre en paz con nuestra etapa anterior de vida y permitirnos integrarla en nosotros, no rechazarla.

Fase de nuevos apegos en el duelo migratorio

Esta fase es fundamental en un duelo migratorio porque se basa en nuestra disponibilidad final (tras haber realizado el duelo) para realizar nuevos vínculos, nuevas raíces, nueva vida. Si tenemos nuestro duelo migratorio realizado, esta fase vendrá sola, pero si estamos bloqueados en alguna fase, es posible que nos veamos limitados en nuestra disponibilidad para establecer nuevos vínculos y un nuevo hogar.

Cómo salir del duelo migratorio

Dar espacio a lo que sientes y atender a las diferentes fases por las que pasamos es clave para poder cuidarnos en nuestro duelo y poder disponer de todos nuestros recursos a la hora de ver estrategias de adaptación a la nueva situación. De lo contrario, es fácil caer es bloqueos y pasividad constante, en sensación de “no hay salida”, “todo es horrible”, “nada me gusta”, etc.

Este cuidado de ti te puede salir de forma natural, pero si notas dificultades en el avance de tu duelo, en tu proceso de adaptación al cambio, si notas que las emociones te desbordan y no sabes qué hacer, puede ser momento de pedir ayuda a un profesional que pueda estar para ti en todo este proceso, de forma que puedas encontrar tu nuevo suelo seguro y vivir en paz con la vida que elijas.

4 respuestas

  1. Excelente el abordaje, sin embargo, es posible ampliar la deuda con la infancia,
    la culpa con las diferentes fases en la infancia que han determinado, los diferentes estados
    del duelo inconciente en el futuro con respecto a las figuras y los lugares de identificacion tempranas.

  2. Hola yo soy Rosario, tengo 65 años u decidimos con mi esposo migrar a Sevilla,aquí vive un hijo y nuera, deje en Perú a mi hermana y hijo/nuera, tengo otra hija e noruega q me visisito, llegamos hace 18 días,me siento muy triste, extraño mucho a mi hermana e hijo, mi casa, quisiera regresar…q puedo hacer?

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