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Guillermo Zurita

marzo 22, 2019 ·

Qué hacer ante un Duelo Patológico

Qué es el duelo patológico

A lo largo de la vida vamos teniendo que enfrentarnos a diferentes pérdidas que conllevaran un proceso de duelo asociado. En la inmensa mayoría de las situaciones, vamos a ir dando los diferentes pasos del Duelo de una forma espontánea y en muchas ocasiones sin ni siquiera darnos cuenta. Pero hay pérdidas que por el impacto que producen en nosotros resultan más difíciles de gestionar y requieren de mayor atención y energía.

Si vamos un paso más allá, en casos en los que la persona no consigue ir atravesando las diferentes etapas y fases del Duelo, va a notar algunos síntomas de malestar interno y de conductas desadaptativas que nos orientaran a poder saber que nos encontramos ante un Duelo Patológico.

Características del Duelo patológico

Para que podamos considerar un duelo como patológico vamos a tener diferentes consideraciones…

Duración: cuando la persona permanece mucho tiempo en duelo. Puede presentar gran dificultad para atravesar alguna de las fases por lo que no irá avanzando en el proceso interno de despedida.

Intensidad: existen duelos que producen una crean afectación de la persona, llegando incluso a impedirles llevar una vida normal. Lo que suele suceder en estos casos es que la pérdida sufrida estará actuando como catalizador de heridas emocionales no resueltas. Cuando llega el estímulo del presente provocará una reacción (sobre todo emocional) mucho mayor de lo esperable.

Conductas desadaptativas: la aparición de conductas como las siguientes nos van a orientar de que el proceso del duelo no va bien

Dificultad para recuperar la rutina

Desarrollo de fobias

Desarrollo de depresión mayor

Sentirse muerto en vida

Tener ideación suicida

Ataques de pánico

¿Por qué se produce un Duelo patológico?

Sabiendo cómo es el proceso del duelo, tal y como explicamos en el artículo de terapia de duelo, es fácil ver que se dará cuando exista dificultad para una gestión adecuada de cada una de las etapas.

Paralización de la etapa cognitiva

Es muy frecuente que exista un bloqueo en la fase de negación que puede llegar a ser de años o décadas. Ésta gestión interna va a impedir pasar a racionalizar el duelo pero sobre todo, va a impedir expresar las emociones de una forma sana y auténtica.

Puede producirse en cualquier tipo de pérdida pero se da especialmente ante pérdidas traumáticas y no previsibles, como pueden ser muertes violentas, accidentes, suicidios, desapariciones o aquellas producidas por errores humanos.

Cuando consideramos que es la pérdida se podía haber evitado nos cuesta mucho más pasar la fase de negación. Y en caso de desaparición o ser imposible ver a la persona fallecida la dificultad será mucho mayor.

Paralización de la etapa emocional

La otra posibilidad es que donde se produzca el bloqueo sea en una de las fases emocionales, ya sea la rabia ante la pérdida, el miedo ante la nueva realidad o la tristeza… Si, por el motivo que sea, nos negamos la posibilidad de expresar estas emociones, la situación, lejos de mejorar empeora considerablemente.

Paralización de la etapa de cierre

Resulta más complicado que se produzca un bloqueo en esta etapa. Lo más habitual es que si noto que no puedo perdonarle y/o perdonarme, por aquello que no fue bien en la relación, se deba a que, a nivel emocional, queda aún mucho que expresar. Para estos casos, lo mejor es volver a la etapa emocional para seguir limpiando.

Tipos de duelo patológico

  • Duelo crónico

Es aquel que tiene una larga duración, pudiendo llegar a ser ilimitada.

La persona suele ser consciente de su propia dificultad para avanzar en la despedida.

Muchas veces existen creencias que impiden ese avance por lo que es muy importante ir atendiéndolas como el máximo respeto, para que la persona no continúe arrastrando el sufrimiento.

Creencias como….

«Si no sufro es como si no le quisiera».

«Superarlo es olvidarle».

«Rehacer mi vida es traicionarle».

«Si su pérdida deja de dolerme soy mal padre/hijo/pareja».

Si te resuena alguna de ellas te animo a revisar si, con lo que estás leyendo continúan siendo verdad para ti. 

Puede ser relativamente frecuente encontrar casos de Duelo crónico por la pérdida de un hijo u otras pérdidas de vínculos importantes.

  • Duelo retrasado

Es aquel en el que la persona experimenta los síntomas del duelo mucho después de haberse producido la pérdida. En muchas ocasiones se produce cuando, por las razones que sean, no ha podido realizar los pasos del duelo en su momento.

Si, por ejemplo, la pérdida se produce en una situación de catástrofe o guerra es difícil que podamos despedirnos adecuadamente porque nuestro sistema emocional va a estar en modo supervivencia, bloqueando todo aquello que pueda hacernos vulnerables.

Ambos son ejemplos extremos, pero el proceso por el que se producen los duelos retrasados, pueden darse en otras situaciones más habituales, como fallecimiento de la pareja cuando hay hijos pequeños. La sensación de tener que sacarles adelante puede activar igualmente el modo supervivencia y retrasar el duelo meses e incluso años. Otro ejemplo es la muerte de alguien cercano por suicidio en la que debido al impacto podemos tardar tiempo en «darnos cuenta» de lo sucedido.

Duelo exagerado

En el contexto de una pérdida, la persona que experimenta el duelo, lo hace con una intensidad tal que le lleva a desarrollar conductas desadaptativas como depresión, ataques de pánico e incluso puede aparecer un brote psicótico.

Es importante, cuando hablamos del duelo exagerado, no confundir con juzgar si la expresión emocional nos parece exagerada o no. Éste es un punto clave ya que la expresión emocional, siempre que se haga de forma sana, por principio es mejor considerarla adecuada por muy escandalosa que nos pueda parecer desde fuera.

Duelo enmascarado

Es aquel en el que la persona presenta sintomatología emocional limitante pero que no relaciona con la pérdida.

Una parte importante de las personas que acuden a terapia es porque presentan éste tipo de sintomatología como, apatía, ansiedad, estados depresivos… es lo que les lleva a buscar ayuda pero no lo relacionan con estar pasando por un duelo.

El trabajo terapéutico en éstos casos será muy similar al trabajo de duelo no patológico ya que la relación que pueda existir entre los síntomas y la pérdida suele quedar a la vista al inicio de la terapia. A partir de ahí, la elaboración del duelo será como lo haríamos en otros casos.

Por ejemplo en casos de Duelo migratorio por cambio de ciudad o país, pueden producirse síntomas nuevos que la persona no asocia al cambio de residencia.

 

Duelo normal vs Duelo Patológico

Duelo Normal

Cuándo: lo más frecuente es que empiece a percibirse días después de la pérdida.

Intensidad: Puede presentarse gran afectación durante días, según lo que suponga para la persona la pérdida de la relación de la que se despide.

Negación: Puede haber cierta tendencia a descontar las partes menos buenas de la relación. Es importante poder dar el permiso de expresar lo que no le gustaba de la relación sin que ello signifique que no siente la pérdida.

Sensaciones: Puede experimentarse la sensación de oler o escuchar efímeramente a la persona que ya no está.

Identificación: Pueden aparecer sensaciones físicas relacionadas con la pérdida. Sensaciones parecidas a lo que pudo sentir la otra persona.

Reacción: Realización de conductas relacionadas con el duelo que están incorporadas y aceptadas culturalmente, como pueden ser el luto o acudir al cementerio en algunas ocasiones.

Duelo patológico

Cuándo: aparición meses o años después de la pérdida.

Intensidad: Puede presentarse gran afectación, pudiendo llegar a ser incapacitante, durante semanas o meses.

Negación: La resistencia para asumir la pérdida puede llegar a negar el hecho mismo del fallecimiento o pérdida.

Sensaciones: Pueden aparecer alucinaciones complejas, sin ser la persona consciente de estar padeciéndolas.

Identificación: Puede llegar al punto de creerse ser la otra persona.

Reacción: Realización de conductas anormales como creación de un altar, ingesta de las cenizas de la persona fallecida, acudir diariamente al cementerio entre otras.

 

Qué hacer ante un Duelo patológico. Tratamiento.

Si lo padezco yo:

Lo primero y más importante cuando estamos atravesando un duelo es saber si, lo que sentimos entra dentro de lo normal o, si por lo contrario, estamos en un proceso patológico.

Una vez que has llegado hasta aquí, lo que está claro es que estás buscando mejorar tu estado anímico y, por lo tanto, tu vida. 

Ya has podido leer muchos de los argumentos que se suelen decir las personas que se encuentran en procesos de duelo patológicos, así que ahora llegamos a la parte de la acción.

Como te podrás imaginar, porque lo estarás viviendo en tus propias carnes, el paso a la acción es el más complicado de todo, pero tambien es el inicio para acabar con tu malestar.

La primera acción posible es la búsqueda de información. Entiendo que ya estas en ello porque, de lo contrario no estarías leyendo esto. Cuando nos pasa algo es normal querer saber, pero eso sí, una vez hayas leído sobre lo que te pasa no sigas buscando. Si lo haces en vez de dar el siguiente paso caerás irremediablemente en la parálisis por análisis, y no habrás conseguido avanzar en tu proceso.

La segunda es la búsqueda de ayuda. Pregunta a conocidos o a profesionales para que te guíen en la búsqueda de un psicoterapeuta adecuado para ti. 

Para poder resolver los conflictos internos que hacen que te sientas así es imprescindible que puedas contar con ayuda, y ésta solo llegará si llegas a sentirte en confianza plena con tu psicoterapeuta.

Antes de llamar, ya te lo adelanto, es casi seguro que sientas miedo, es normal y le pasa a casi todas las personas al dar un paso como el de iniciar un proceso de terapia. Si permites que ese miedo te bloquee, estarás negándote la posibilidad de mejorar tu calidad de vida hasta puntos que, ni siquiera es probable que puedas imaginar en este momento.

Si lo padece un ser querido:

Es muy duro cuando vemos que alguien a quien queremos esta pasando por una pérdida tan grande que le esta impidiendo llevar una vida satisfactoria. 

Al asistir ante situaciones en las que seres queridos están permanentemente tristes o bloqueados y ver claramente que se están perdiendo la vida, puede nacernos las ganas de ayudarles.

Un error que solemos cometer cuando queremos ayudar es dar los pasos que he explicado anteriormente por ellos. Cuando hacemos esto, y llegamos y le decimos… «Sabes qué, deberías empezar terapia», lo primero que va a pasar, en la mayoría de los casos, es que esa persona lo viva como un ataque y saque todos sus mecanismos defensivos. Es dificil que, si eso se produce, vaya a dar los pasos de pedir ayuda.

Resulta mucho mejor que le acompañemos en la búsqueda y que, desde el vínculo de cariño que nos une a esa persona, vayamos apoyándola para que su miedo baje y pueda finalmente coger el teléfono y llamar para pedir una primera sesión de terapia.

Es importante transmitirle que en todo momento va a poder decidir continuar o parar su terapia, algo que suele permitir tomar la decisión de una forma fácil.

7 respuestas

  1. Hola, me interesa mucho este tema ya que mi situación es la siguiente: Tengo 31 años, desde los 16 hasta los 24 tuve una relación firme y fuerte. Fue mi primer novia «verdadera», se terminó mientras yo estaba en una etapa de mucha incertidumbre y creo que me dejó muy mal parado, por lo que considero que no llevé un duelo normal y se prolongó durante un año y medio, estancado en la fase de tristeza principalmente. A los 26 conocí a alguien más y esto duró 5 años. Mi segunda novia «verdadera». Durante esta relación, en un principio aún recordaba a la primer persona, pero lo pude sobrellevar muy bien después. Ahora que estoy viviendo este segundo duelo, llego a hacer referencias al primero que no fue bien llevado. Es normal que haga eso? Cómo tratando de descubrir lo que se quedó atascado antes? Considero que este segundo va mucho mejor y soy más consciente por lo ya vivido, sin embargo me preocupa caer en errores del primero en cierto punto. Algún consejo? Muchas gracias y gran página.

  2. Tengo 52 años, y mi mujer falleció hace tres meses. La conocí a los 22 años, por lo que han sido 10 años de novios y 20 de matrimonio. No tenemos hijos ni familia directa. Y no levanto cabeza, a pesar de la medicación (Esertia, Rivotril, Seroquel y Deprax). No trabajo y sólo pienso en morirme y reunirme con ella. ¿Algún consejo? Gracias.

    1. hola, creo que debes ir a terapia y si no nos alcanza para ir, hay muchos libros al respecto en pdf, pero sobretodo hónrala, piensa si a ella le gustaría no verte continuar tu vida, entonces hónrala, vive la vida sabiendo que lo que uno ama siempre esta con nosotros, cambia de forma o de nombre, llega a través de recuerdos, pero siempre esta.

  3. Hola, planteo una pregunta que sonará retórica pero no lo es. He perdido a la persona más importante en mi vida y la única que me ha querido tal y como soy hace 20 años. Obviamente he seguido mi vida, pero siempre asociada a patologías de ansiedad, ataques de pánico, dolores cronificados… sigo sin poder hablar de su perdida, cuando consigo pensarlo o sale el tema me hundo en una tristeza que es abrumadora y nace de muy dentro. Sigo hablándole, enseñándole mi vida y compartiendo momentos con él siempre que puedo. Entiendo que 20 años es demasiado? Estaría ya por definición superando? Porque me sigue afectando en mi vida? Porque sigo teniendo tanto miedo a estar sola? Es reconducidle? Gracias.

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